jueves, 27 de marzo de 2014

El Niño y La Cometa


Cuenta la historia sobre un niño llamado Yot, sensible luchador  y  soñador, uno de sus más grandes  sueños  de infancia era volar una cometa por otro llamado papagayo.

Quería surcar los cielos, quería  sentir en carne propia la alegría que veía en los rostros de otros niños que ya lo habían logrado.

Por más que lo intentaba al principio siempre fracasaba,  un mal viento, un mal diseño,  un perro loco que enfurecido  se atravesaba, las cuerdas eléctricas de los postes, las ramas de los arboles donde se enredaba, todo parecía un complot que atentaba contra ese sueño de infancia.

El pequeño Yot siempre insistió  una y otra vez, día tras día, hasta que llegó la hora  en que parecía que su perseverancia  y  sus sueños serian compensados.  

¡¡¡Eureka!!! Ese día era tan feliz, el sentir el dominio de la altura, de esa hermosa cometa cruzando los cielos, la sensación que los unía por medio de leves movimientos, sincronizados, sutiles, la cometa y él eran un sólo ser, mientras ella pedía más cuerda  al elevarse él se la daba, cuando ella se debilitaba entre las ráfagas de viento él recogía la cuerda y la libraba de esas turbulencias.

Oh Dios que sueño tan maravilloso, también despierto se puede volar pensaba el pequeño Yot, mientras sus manitas guiaban a la derecha, arriba o abajo la cometa por medio de la cuerda.

Así fue como se convirtió en una de sus más grandes aficiones, llegó a querer a esa cometa de una manera tan especial, que en las noches con sumo cuidado la guardaba bajo su cama, pero extendía el cordón entre sus deditos y aún dormido en las noches nunca la soltaba, ella era el  instrumento que le hacía volar y volar en todo momento.

El gran secreto de su felicidad era la cuerda  que les unía, así fueran con sus leves vaivenes cuando volaba, o en las noches cuando de ese cordón no se separaba y aún dormido con sus deditos  inconscientes   y suavemente le  halaba.

Cuando se terminaron las vacaciones escolares Yot, sólo podía volarla pocas veces a la semana, luego pocas veces al mes, lo que el mundo tildaba de responsabilidad, para él era alejarse de la felicidad  por supuesto que pudo más el mundo, pero el aún adoraba en esos pequeños momentos a su cometa soñada.

Sin estar consiente llegó un día que ese cordón se debilitó y sólo pudo saberlo cuando a la distánciala la cuerda se rompió  y la cometa se perdió arrastrada por las fuertes brisas.

¡¡¡Qué dolor!!!, qué  tristeza, su cometa más querida la había perdido para siempre, no valían lagrimas ni llantos, pues no la vería nunca más.

En un lugar muy distante lejos  de la civilización, de las escuelas y del yugo moral, un niño campesino quien caminaba en la mañana por el bosque encontró la hermosa cometa, con alegría la tomó entres sus manos, le cambio la cuerda, con mucho cuidado la reparó y comenzó una nueva historia, un alguien que tomó la cometa y decidió vivir en pleno la felicidad de tenerla.

Parábola: Las oportunidades y la felicidad son momentos que se presentan misteriosamente y por ello hay que tomarlo y vivirla al máximo. Acompáñame y volemos esta cometa juntos, dame la oportunidad de ser tu amigo, y tu socio acompáñame en: http://vzturl.com

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