“En la era
analógica, el marketing hacía a la gente pensar cosas para que hiciese cosas;
ahora, en la era digital, el marketing hace a la gente hacer cosas…», Simón Silvester.
Las redes sociales forman parte del
ecosistema del consumidor. Comenzaron siendo plataformas exclusivamente de
mensajería conectada a una lista de amigos, y se han convertido en agregadores
de servicios, en plataformas en constante cambio, en lugares en los que
satisfacer todas nuestras necesidades del mundo digital.
Cuando reflexionamos sobre cómo será el
próximo gran desarrollo, la integración de diferentes soportes dentro de los
medios de comunicación, nos puede dar una idea de por dónde van los tiros. En
ese sentido, las redes sociales que apuesten por la intuición y la usabilidad
serán las que mejor se posicionen.
Un buen ejemplo de ello es Facebook, actualmente la
mayor red social del mundo. Nació en 2004 como un hobby de Mark
Zuckerberg, en aquél momento estudiante de Harvard, como un servicio
para compartir contenidos entre los estudiantes de su universidad, y hoy, ha
conseguido hacer un mundo más abierto y conectado de acuerdo con la teoría de
los Seis Grados de Separación (Frigyes Karinthy, 1930), que intenta probar el
dicho de «el mundo es un pañuelo», dicho de otro modo, que cualquiera en la
Tierra puede estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de
una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios (conectando a
ambas personas con sólo seis enlaces).
Las redes sociales, no sólo nos permiten comunicarnos con las marcas,
interactuar con ellas, conversar…, sino que se han convertido en medio y soporte
de comunicación por excelencia, donde múltiples actores exponen sus ideas,
intereses, opiniones…, y las intercambian, apoyan, fortalecen… de cara a otros
actores que a lo largo de los tiempos han controlado la comunicación
unidireccionalmente. Ahora identidad y empresas pueden coexistir en Internet. Pero...
Desde el punto de vista del usuario, esto le otorga un gran poder para
manifestarse, comunicar, opinar, comentar...; desde el punto de vista de las
marcas, esta imparable divulgación de opiniones genera a veces temor en ellas
al qué dirán. No obstante, ambos pueden coexistir perfectamente, ese miedo y
ese poder han de ser equivalentes, formar un todo que ayude a ambos a encontrar
su punto de conexión. Si las marcas velan por la satisfacción del público y
actúan correctamente en todos los ámbitos:
¿Por qué preocuparse?
Se trata más bien de una cuestión de aprendizaje y adaptación, positiva
para ambas partes, se mire por donde se mire. Es entendible que este nuevo
escenario suscite algún temor a empresas y marcas; no obstante, delante se
presenta la oportunidad única, sin precedentes, de conocer, relacionarse y
crear un auténtico vínculo emocional con cada cliente, consumidor,
prescriptor... Si bien, son tiempos donde hay que extremar el cuidado y la
atención al cliente, la calidad, puesto que el consumidor tiene la palabra.
Gracias a la irrupción de las redes y medios sociales en nuestras vidas,
entre muchas otras herramientas y canales que ha traído Internet, las empresas
podrán demostrar abiertamente su buena gestión, calidad, transparencia, etc; a
la vez que promocionan sus productos y/o servicios.
¿No significa esto un beneficio para
ambas partes?
Yo, como empresa cuido más lo que hago y lo que ofrezco; yo, como
consumidor, recibo, compro y opino. En resumen, amigos, las redes sociales
están ayudando a construir una sociedad mejor basada en el esfuerzo mutuo de
ambas partes: facilita el intercambio de bienes y servicios entre los distintos
actores que componen la oferta y la demanda, promueven el cumplimiento de los
principios que cualquier empresa y persona debe tener, (haciendo especial
hincapié en el derecho de expresión, llevado aquí a su máxima plenitud), y
potencian la igualdad entre ambas partes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus pensamientos son los Arquitectos de tu destino. (David O. McKay)